miércoles, 25 de septiembre de 2013

519 palabras


Como hace unos años, comienzo este pensamiento sin tener una idea predefinida en mi cabeza de lo que saldrá de ella. En esta ocasión no es la música de Cetu Javu la que rebota contra mis tímpanos. Hoy es el grupo escocés Cvrches y concretamente su tema “Gun”. Este me ha sacado del letargo mental que se apoderaba de mí. Aquí, sentado en el sillón de mi despacho, despacho bastante tranquilo, cómodo y fresquito, cosa totalmente necesaria, ya que aquí en Córdoba, aún estando a estas alturas todavía pega el calor de un modo infernal.
Estoy dejando que mis dedos se deslicen por el teclado de mi netbook y que la música impregne mis neuronas en busca de una beta, un destello, un chispazo o una mera señal con la que descargar esta necesidad imperiosa de escribir.
Plasmar en un papel lo que siento por dentro, es algo que desde siempre me ha sido muchísimo más fácil de hacer que interactuar directamente con una persona. Después de todo, para lo relativo a mi vida privada, soy bastante reservado e introvertido. Por eso, cuando la necesidad de hacer un “backup” de parte de mi es algo totalmente ineludible, despego como un avión de papel, a la suerte del viento, el cual me llevará a donde le de la real gana.
En este preciso momento, mientras escribo, me siento liberado de cualquier atadura terrenal, estamos los dos solos. Enfrentado a la pequeña pantalla de mi aparato portátil, como si de un duelo al alba se tratase, el me demanda la implementación de signos desde su aplicación de word y yo respondo a la velocidad que mis dedos y mi cabeza es capaz de funcionar.
Tengo todavía las articulaciones de mis falanges y mis pensamientos entumecidos, ya que hacía muchísimo tiempo que no los ejercitaba convenientemente. Ha sido un proceso oscuro, amargo, fangoso y difícil de explicar. Durante todo ese tiempo, no he sido capaz de sincronizar mi mente y mis inquietudes con la fuerza motriz necesaria para arrancar el motor de mi ánimo, bastante falto de mantenimiento y carente de combustible.
Parece ser que después de una visita al mecánico y una puesta a punto, la maquinaria comienza a funcionar de nuevo. La motivación, la inspiración y la necesidad de volver a volar en ese avión de papel, han regresado con una fuerza inusitada, con más energía, con ganas, con alegría y con una sensación de libertad y desfragmentación de mi sistema mental difícilmente explicable. He realizado un scandisk a mi configuración y he extirpado varios spywear y ficheros dañados, los cuales no dejaban procesar adecuadamente a mi sistema operativo. Atrás quedaron estos meses de sequía, de desidia y pereza. Comienza de nuevo esta andadura, renovada y con tintes de ilusión.
Word sigue pidiendo incesantemente que pulse, que teclee, que no cese de enviar datos a su archivo. En estos precisos momentos, su contador detalla 481 palabras. No son pocas, teniendo en cuenta que hasta hace relativamente poco tiempo eran nulas y que he comenzado como hace años atrás, sin tener una idea predefinida en mi cabeza de lo que saldrá de ella.