Hace unos días, mientras iba de viaje hacia el trabajo, privilegiada condena hoy por hoy, y cansado de escuchar el mismo cedé durante casi seis horas, ya me vale, me atreví, valiente de mí, a deambular por el dial santiagués en busca de algún sonido distinto al hilo musical que llevaba incorporado en mi bulbo raquídeo desde primera hora de la mañana.
He de reconocer que últimamente no soy muy amigo de la radio, quizá porque no he encontrado nada que me llene desde El Hormiguero de Pablo Motos, de ahí que este blog lleve, modestamente y con todo mi cariño y respeto, el nombre de una de sus secciones. Pablo espero que no te moleste. Pero por encima de todo, siempre tendré grabado en mis tímpanos ese mítico programa… El Show de la Jungla de Cadena 100. Con Abellán, el Pulpo, en la actualidad, compañero radiofónico de Mar Amate, a la que va dedicado este pensamiento, el Whopper, y el maravilloso e irrepetible poder de Miguel Ángel Rodríguez, para mí, un ser con una mente privilegiada y envidiable por cualquier político inteligente y ser humano de este planeta. En mi humilde opinión, ver el mundo desde sus ojos debe ser una bendición a la par que una penitencia. Creo que él despertó en mi interior la inquietud por ver más allá de lo obvio, de lo superfluo, para poder inspeccionar todos y cada uno de los pequeños detalles que nos rodean a diario.
Tras varios años de rebotar por el mundo como una pelota de baloncesto, llegó el día en que no aguanté más y tuve que comenzar a escupir todo lo que mi corazón y mi mente demandaban desde hacía mucho tiempo que sacará de mis adentros. En ese momento, finales de 2007, nació este minúsculo espacio, el cual, eché a nadar en este infinito océano de internet.
Bueno, después de este “Flash Back” morriñero que me ha dado, y el cual me ha traído muchos recuerdos, algunos buenos y otros no tanto, retomo la historia.
Como decía, después de decidirme a bichear por las ondas hertzianas, no sin un pequeño repeluco que recorría todos y cada uno de los pelos de los dedos gordos de mis pies, escuché una frase que me dejó helado. Eso sí que fue un señor escalofrío y no lo que sintió el Capitán Scott cuando vio la bandera de Admunsen pinchada en el mismísimo Polo Sur.
- Buenos días, Javi Nieves! Buenos días, Mar Amate! MAR AMATE?? No me lo podía creer!! Escuché durante un buen rato para convencerme a mí mismo de que era ella. Y claro que era ella. En ese mismo momento, me vino a la memoria el día que la conocí en una emisora de radio municipal del sur de Madrid, mientras se me dibujaba una sonrisa en la cara, por una parte de alegría y por otra de una dulce tristeza.
Cuantas veces he pensado que tal estaría, como le iría en la vida, si no habría perdido esa alegría natural que irradiaba. Uff! Qué tiempos aquellos, la de veces que nos habremos reído de la cosa más absurda e insignificante. En ese tiempo, yo tenía todas mis ilusiones puestas en la creación de un estudio de grabación que casi me consume la vida. Aquella fue mi primera incursión en serio hacia el mundo musical, otra de las asignaturas troncales de mi ser. Ahora y después de casi nueve años de letargo sonoro vuelve a latir de nuevo. Ella fue testigo de aquel primer montaje, digno de cualquiera de las faraónicas obras de Gallardón. Trabajé codo con codo con mi socio y amigo durante más de un año para poder ver por fin terminado nuestro ambicioso y tan ansiado paraíso de los acordes. Creamos Anen.
Escuchando su voz, recordé las tardes en aquella modesta emisora haciendo proyectos y planes con mi buen amigo. Cuantos sueños se fraguaron entre aquellas paredes de corcho, cuantos momentos que no olvidaré. Pero muy a mi pesar, todo aquello terminó. Con resignación guardé en cajas de cartón todos aquellos sueños, proyectos y demás equipos sonoros y los encerré en una habitación. Fue muy curioso, la de trastos que logré meter en aquel habitáculo, no cabía un alfiler, pero nunca la vi tan vacía como en aquellos días. Solo fui capaz de llenarla de rencor y de impotencia durante varios años.
Tras el encarcelamiento injusto de mis ilusiones, como las de Edmundo Dantés en el Castillo de If, comencé una nueva vida, marché lejos de allí, en parte por motivos laborales, en parte por la necesidad de alejarme de tantos recuerdos y momentos amargos. Ya no volví a saber de ella, no volví a saber nada de aquellas tardes de Box Joven, nada de mi amigo. Pero en muchas ocasiones he mirado para atrás y he recordado con cariño el pasado. Hoy, después de tanto tiempo, la encontré, haciendo lo que más le gusta, haciendo radio.
Hace casi diez minutos que he aparcado en la puerta de la oficina y sigo en el coche, sigo sin creérmelo. Gracias niña, estoy convencido de que hoy va a ser un buen día.
Te deseo lo mejor Mar.