He vuelto a navegar por los mares de la música dance. He vuelto a desfragmentar cada uno de sus sonidos en mi cabeza como si de un puzzle se tratara. Soy del todo consciente de lo necesaria que es para mí, frena mi ansiedad, apacigua mis nervios y minimiza mis temores.
Hoy más que nunca me siento en la necesidad de plasmar todos mis sentimientos, que aunque no son pocos, tengo verdadera dificultad para expresarlos. Necesidad de volcarlos a un sampler y dispararlos desde un synth maestro a un secuenciador virtual.
Ese día está muy próximo, tengo el equipo montado, tengo mis ilusiones intactas y mis ganas de reemprender ese camino olvidado hace ya tantos años duplicadas. El sistema arterial de mis máquinas está medio listo, sistema Midi y poco más.
Control sonoro.
En esta nueva incursión hacia la búsqueda de sonidos imposibles y combinaciones aleatorias de presets, arpegios, delays y demás efectos sonoros, me han ayudado varios de mis mejores amigos. Después de que mi gran amigo Sergio resucitara mi viejo Pentium I con Windows 95, lo trasladé a Madrid, donde por caprichos del destino y un poco de mala fortuna, volvió a morir. Dedique una semana entera con Raúl e Hilario a intentar devolverle la chispa, probamos todo y de todos los modos posibles, hasta que el séptimo día a eso de la una de la tarde, se confirmó el triunfo de la constancia, la ilusión y por supuesto de la amistad.
Cada día que pasa tengo más ganas de volver a notar bajo mis dedos las teclas de los sintes, la potencia de los monitores, quitarle el polvo a mi desidia y respirar el aroma de los charles y sonidos atmosféricos envolviéndome en una melodía infinita.
JV y Prophecy.
Algo dentro de mí me dice desde hace ya mucho tiempo que debo hacerlo, que la punzada que siento en el corazón con la música es el trigger que me indica el comienzo, que tengo que intentarlo.
Lo haré, aunque me cueste la vida.